martes, 8 de julio de 2014

MATRIFAGIA Y ANTROPOMORFISMO / MATRIPHAGY AND ANTHROPOMORPHISM



No es el único caso, pero está muy bien documentado. Stegodyphus lineatus es una araña que vive en la cuenca mediterránea, Oriente Medio y Asia Central. Este animalito tiene un peculiar (aunque, repito, no exclusivo) sistema de cuidado de la prole.
La hembra dispone los huevos ya fecundados en una especie de saco. Cuando hacen eclosión, las arañitas aún no están bien desarrolladas, por lo que la madre las alimenta durante varios días con un líquido nutritivo, producto de su propia digestión, que regurgita sobre las crías. Pasados estos días, las arañitas ya están en condiciones de comer algo sólido, y lo que tienen más cerca es… el cuerpo de la madre. Ésta se deja devorar poco a poco por sus propias hijas, que terminan por dejar el exoesqueleto de mamá completamente vacío.
Desde un punto de vista evolutivo, la matrifagia (el nombre que los etólogos han dado a este comportamiento) tiene un claro sentido. El ciclo de vida de esta especie hace que no puedan aparearse con mucha frecuencia. Por tanto, una vez conseguido un apareamiento, si el sacrificio de la madre permite que casi todas las arañitas de esa puesta lleguen a adultas, los genes que portaba la madre (y ahora los hijos) se habrán extendido. Al fin y al cabo, así funciona la selección natural.
 
Pero los seres humanos, cuando observamos la naturaleza, a menudo tendemos a encuadrar los datos obtenidos en categorías propias de nuestra vida personal, familiar y social. El resultado es una visión antropomórfica de la naturaleza, que puede ser divertida en un cuento infantil, pero que dificulta nuestra comprensión de los fenómenos naturales. Puede ser un ejercicio de ingenio, más o menos brillante, traer a colación las historias de hijos desagradecidos, el Papá Goriot de Balzac, o nuestro refrán “Cría cuervos que te sacarán los ojos”, pero la naturaleza no se rige por normas éticas. Los seres vivos no son ni monstruos desagradecidos, ni ángeles altruistas. Hacen lo que tienen que hacer de modo que transmitan el máximo de genes a la siguiente generación. Los que no lo hacen, evolutivamente, tienen poco futuro.
 
Quien quiera ampliar la información sobre estas simpáticas arañas, puede encontrar más detalles en las publicaciones de Jutta M. Schneider, estudiosa de su ciclo reproductivo, o también en esta y esta publicación.
 
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